CONFERENCIA PUBLICA: PSICOANALISIS Y CINE
Analisis desde la perspectiva psicoanalítica de la película "La piel que habito" del director Pedro Almodóvar:
Ponencia a cargo del psicoanalista Saúl Jerves
PIEL QUE HABITO
" Y de esas ruinas surge una nueva verdad, la del
hombre y su deseo"1
Octavio Paz
Buenas noches, un gusto el poder tener a un grupo
importante de personas abocados por escucharme, en esta noche de psicoanálisis
y cine, en el que permitiré con la venia de ustedes abordar la película
intitulada "la piel que habito" cuyo autor es el novelista francés
Thierry Jouquet, quien llamo a su obra "Mygole" que en español
obtendremos la traducción de Tarántula .
Tengo un particular interés por esta película, ya que
para mi muy modesto gusto y conocimiento cinematográfico y siendo un seguidor
de las películas del español Pedro Almodovar, encontré una vez más su puntada
como en todas sus historias fílmicas una construcción Kafkiana de emociones,
sentimientos encontrados, la intriga como puerta de entrada e indudablemente un
calidoscopio en el que amplia el odio, la lujuria, la muerte, el sexo, entre
otros, dejando su firma Almodovariana.
La primera oportunidad que tuve para ver la película en mención,
me quede con el interés de volverla a ver, y así lo hice, las preguntas que
estaban ya allí planteadas eran importantes tales como ¿Qué es ser mujer? ¿Qué quiere la mujer?, interrogantes
que nos convoca a nosotros los psicoanalistas.
Es interesante ver como Almodovar trata de organizar en
el rodaje una confusión en el público, impregnando lo oscuro, lo enigmático, a
partir de un Otro que mira lo que ellos miran, por lo tanto hay juego con la
mirada, en la que el Dr. Robert Ledgard, cirujano plástico, queda en la
posición de ser el actor y espectador, al mismo tiempo como juez y defensor, y
artista y vengador, dejando a sus espaldas la realidad, es así la actuación de
este Cirujano plástico que es interpretado por el español Antonio Banderas.
Nos invita a ver como a través de su mirada obcecada por
la belleza, no cualquier belleza, la de su creación, sintiéndose Pigmalión Rey
Creta, escultor de la belleza absoluta, cual Afrodita en su máxima plenitud generando el amor sobre aquello de lo creado.
Allí impone la habilidad e inteligencia más destructiva sobre el deseo, y a
cambio del cincel del escultor, hace uso del bisturí, tal como la ciencia, con
su discurso de amo, hace con el fármaco, acallar el deseo particular y
convertirlo en un todo enigmático.
Vicente, el - ella, al igual que el pintor catalán
Salvador Dalí, se convirtió en su Gala, es como el Dr. Ledgard impone en su pensamiento
bizarro la idea de: "la sensación justa en un hecho mental antes que
visual; no puede haber un modo nuevo de ver sin un modo nuevo de pensar"*
La mujer no deja de ser vista como ese oscuro objeto de
deseo ubicándolo en el mismo registro que el cuerpo, ocupando el lugar del
objeto "a". Se torna interesante
en pensar como
este objeto "a", lo encontramos en las vestiduras, en el performanse
de la película, vestidos que van y vienen, armoniosos, coloridos, rasgados,
destrozados, hasta llegar a esa malla protectora color piel que usa Vicente, un
vestido que dibuja una mujer y al hombre también que habita allí, por lo tanto
queda contemplando el puro semblante.
La piel que habito, en si un título que invita a querer
saber, sobre ¿quién habita?, pero también nos conduce al delirio ante el no
saber quien habita, a aquel delirio en este caso de atrapar la esencia de la
mujer, lo que le conlleva a dejar a descubierto el goce femenino como
enigmático, acto que esta movido por el goce, ese goce que orienta la
existencia que se escabulle de la razón.
El delirio, la venganza, la esperanza, es lo que alimenta
la piel que habita, en donde la crueldad, la inmoralidad del amo impone sus
leyes, no es la búsqueda sobre el goce femenino, o como el saber que logro
alcanzar Tiresias a través de su castigo.
La perversión que entra denegando la castración en la
cual el sujeto queda forcluido, quedando tan solo un saber sin escrúpulos, en
la que la anatomía y los psíquico del sexo. El lugar fálico del hombre y la
ausencia del falo en la mujer, el otro goce, tal como lo trabajará Lacan en su
seminario XIX, Ou Pire.
Para terminar mi intervención citaré a Dalí: "Cerré
los ojos y me tapé las orejas para no saber nada, pero las historia de las más
terroríficas atrocidades siempre conseguía llegar hasta mí y acosarme como una
pesadilla".
Gracias a todos por haber asistido esta noche, hasta una
próxima ocasión.
1. El poeta Buñuel por Octavio Paz
* Edgar Degas
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