sábado, 26 de julio de 2014

Conferencia Pública PSICOANALISIS Y CINE



CONFERENCIA PUBLICA: PSICOANALISIS Y CINE

Analisis desde la perspectiva psicoanalítica de la película "La piel que habito" del director Pedro Almodóvar:



Ponencia a cargo del psicoanalista Saúl Jerves 


PIEL QUE HABITO

 


" Y de esas ruinas surge una nueva verdad, la del hombre y su deseo"1
                                                                                         Octavio Paz

Buenas noches, un gusto el poder tener a un grupo importante de personas abocados por escucharme, en esta noche de psicoanálisis y cine, en el que permitiré con la venia de ustedes abordar la película intitulada "la piel que habito" cuyo autor es el novelista francés Thierry Jouquet, quien llamo a su obra "Mygole" que en español obtendremos la traducción de Tarántula .

Tengo un particular interés por esta película, ya que para mi muy modesto gusto y conocimiento cinematográfico y siendo un seguidor de las películas del español Pedro Almodovar, encontré una vez más su puntada como en todas sus historias fílmicas una construcción Kafkiana de emociones, sentimientos encontrados, la intriga como puerta de entrada e indudablemente un calidoscopio en el que amplia el odio, la lujuria, la muerte, el sexo, entre otros, dejando su firma Almodovariana.

La primera oportunidad que tuve para ver la película en mención, me quede con el interés de volverla a ver, y así lo hice, las preguntas que estaban ya allí planteadas eran importantes tales como ¿Qué es ser  mujer? ¿Qué quiere la mujer?, interrogantes que nos convoca a nosotros los psicoanalistas.

Es interesante ver como Almodovar trata de organizar en el rodaje una confusión en el público, impregnando lo oscuro, lo enigmático, a partir de un Otro que mira lo que ellos miran, por lo tanto hay juego con la mirada, en la que el Dr. Robert Ledgard, cirujano plástico, queda en la posición de ser el actor y espectador, al mismo tiempo como juez y defensor, y artista y vengador, dejando a sus espaldas la realidad, es así la actuación de este Cirujano plástico que es interpretado por el español Antonio Banderas.

Nos invita a ver como a través de su mirada obcecada por la belleza, no cualquier belleza, la de su creación, sintiéndose Pigmalión Rey Creta, escultor de la belleza absoluta, cual Afrodita en su máxima plenitud  generando el amor sobre aquello de lo creado. Allí impone la habilidad e inteligencia más destructiva sobre el deseo, y a cambio del cincel del escultor, hace uso del bisturí, tal como la ciencia, con su discurso de amo, hace con el fármaco, acallar el deseo particular y convertirlo en un todo enigmático.

Vicente, el - ella, al igual que el pintor catalán Salvador Dalí, se convirtió en su Gala, es como el Dr. Ledgard impone en su pensamiento bizarro la idea de: "la sensación justa en un hecho mental antes que visual; no puede haber un modo nuevo de ver sin un modo nuevo de pensar"*

La mujer no deja de ser vista como ese oscuro objeto de deseo ubicándolo en el mismo registro que el cuerpo, ocupando el lugar del objeto "a". Se torna interesante
 en pensar como este objeto "a", lo encontramos en las vestiduras, en el performanse de la película, vestidos que van y vienen, armoniosos, coloridos, rasgados, destrozados, hasta llegar a esa malla protectora color piel que usa Vicente, un vestido que dibuja una mujer y al hombre también que habita allí, por lo tanto queda contemplando el puro semblante.

La piel que habito, en si un título que invita a querer saber, sobre ¿quién habita?, pero también nos conduce al delirio ante el no saber quien habita, a aquel delirio en este caso de atrapar la esencia de la mujer, lo que le conlleva a dejar a descubierto el goce femenino como enigmático, acto que esta movido por el goce, ese goce que orienta la existencia que se escabulle de la razón.

El delirio, la venganza, la esperanza, es lo que alimenta la piel que habita, en donde la crueldad, la inmoralidad del amo impone sus leyes, no es la búsqueda sobre el goce femenino, o como el saber que logro alcanzar Tiresias a través de su castigo.

La perversión que entra denegando la castración en la cual el sujeto queda forcluido, quedando tan solo un saber sin escrúpulos, en la que la anatomía y los psíquico del sexo. El lugar fálico del hombre y la ausencia del falo en la mujer, el otro goce, tal como lo trabajará Lacan en su seminario  XIX, Ou Pire.

Para terminar mi intervención citaré a Dalí: "Cerré los ojos y me tapé las orejas para no saber nada, pero las historia de las más terroríficas atrocidades siempre conseguía  llegar hasta mí y acosarme como una pesadilla".

Gracias a todos por haber asistido esta noche, hasta una próxima ocasión.


 
1. El poeta Buñuel por Octavio Paz
* Edgar Degas

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